Las rutinas de Honorio

Author: Javier F. Noya /

(previsible capítulo III)
Honorio hubiera jurado, aun cuando lo hubieran enlazado en potros de tormento o puestas las manos sobre brasas ardiendo, que no podía recordar cuándo se arrodilló frente al altar y se persignó para salir de la misa de nueve, ni tampoco cuándo se fueron en paz dando gracias como era costumbre; pero allí estaba, con el número 54 en la mano esperando ser atendido en la fábrica de pastas como cualquier domingo que se acercaba al mediodía después de haber ido a misa, mas esta vez con un reflejo de contracción en su abdomen todavía tensado y unas palpitaciones que se hacían cada vez más esporádicas, como si hubiera sufrido flor de susto; un terror que, seguramente, no hubiera padecido si Ema lo hubiera acompañado a misa como era habitual. Pero Ema ya no salía de la casa y Honorio tomó la costumbre de ocupar uno de los asientos del fondo del templo para no llamar la atención, dejándose llevar por el sonido de los rituales de misa, las oraciones y cánticos que la memoria desparrama en el murmullo general en respuesta o pregunta a la arenga del párroco, en la penumbra sigilosa de las últimas hileras de bancos de la iglesia, hasta que, sin saber cómo, vio (hubiera jurado que vio, también bajo tortura), el paisaje del barrio desde la cúpula, vidriada para que una columna luminosa se apoyase en el altar, como si proviniera del propio trono del Creador y bajara cual llama pentecostal hacia la radiante testa de su apóstol en el momento de la liturgia, que en el instante de consagrar el pan y el vino, y con él y en él, alzando los brazos munidos del cáliz y la hostia y también la mirada hacia la cúpula, el halo de luz fue apenas interrumpido por la sombra de lo que pareció el vuelo de un pájaro que albergó esperanzas, al principio, de la materialización del Espíritu Santo, pero que luego el todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos trajo la mirada sorprendida y la boca muda y abierta del sacerdote justo cuando un guano siguió la carrera impuesta por la gravedad para estrellarse en la frente levantada del celebrante y Honorio jura que en lugar de amén vio cómo de la boca del padre salió flor de puteada solapada por el coro sostenido de los feligreses cantando amén y de allí en más sólo recuerda esas palpitaciones, ese querer huir de la cúpula a través del paisaje de las calles esquivando las copas de los árboles y quién sabe cómo, con esa especie de angustia que, para tranquilidad de Honorio, se distrajo cuando la empleada gritó “¡cincuenta y cuatro! y su mano se estiró para entregar el papel del número, enfrentando la cara de la señorita con la cabeza cubierta por un pañuelo blanco que lo escuchaba atenta y con los ojos exageradamente abiertos para no olvidar nada del pedido de medio kilo de tallarines al huevo, un pote de cuarto kilo de tuco casero y una bolsita de queso rallado, chiquita, de veinticinco gramos, por el colesterol, ya sabe.

14 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

Tambièn Honorio!

Garcarlo al Cura!

Bien escrito. entretenido.

Saludos

Yoni Bigud dijo...

Oportuna puteada la del cura. Muy bueno.

Un saludo.

TORO SALVAJE dijo...

Honorio está empezando a irse.
Poco a poco eso si.
Espero que no se nos asuste y que le eche narices a lo que le quede.

Saludos.

Alejandra Mattaloni dijo...

Licencias de nuestros viejos inimputables y envidiados por viajar con la mente sin pagar peaje.
Gracias por el viaje de tus letras..

A.R.N. dijo...

buenas, este honorio esta como derrapando. me gusto. un beso.

Agustín Molina dijo...

Inspirador, Javier... evoqué las toneladas de horas tratando de imaginar al spíritusantiiii, y no va y le caga el gargero al cura.
Supongo que imaginar una escena así, hubiera ayudado a pasar mejor el tiempo en interminables rituales.
Y al evocar todo ello, mi mujer me enganchó riéndome frente a la pantalla de la PC, y anotando su blog para leerlo más tarde.

Verbo... dijo...

A veces se necesita algo más que ir a misa, se requiere un chispazo !

besos.

silvia zappia dijo...

cada capítulo me pone una nueva sonrisa.
me gusta mucho tu narrativa.
y esta historia mágica de Honorio.

mil besos >*<

Jabo dijo...

Me gustó la historia. Te felicito Javier. Abrazo. Jabo

MTeresa dijo...

Un historia entretenida,
detalle de los pèrsonajes y las situaciones
muy literarias.

Susana Peiró dijo...

El Señor se manifiesta en muchas y variadas formas. Creo que Honorio tuvo el privilegio de asistir a un divino mensaje (la mayoría se lleva menos de una misa)

Bon apetit y Amén!

Un Abrazo Javier, muy bueno!

Zayi Hernández dijo...

Siempre te he dicho que este personaje me da una ternura increible. Tu manera de traerlo es realmente muy buena, me gusta mucho la cantidad de detalles que enmarcan tu historia.
Muy bueno de verdad.
Un beso.

Javier F. Noya dijo...

Gaucho: es la naturaleza, qué se le va a hacer. No sigue los rituales humanos!
Yoni y Susana: quedó muy bien, como golpe que no podría ser de otra manera. Una cagadita en la frente no se soposta estoicamente...bueno...a veces jajaja
Toro Salvaje: es como que va remontando vuelo, un vuelo helicoidal, del centro a la periferia, esperemos que no se espante.
Alejandra: ojalá la imaginación nos haga inimputables para la amorosa sensación de vivir. Saludos en privado.
Verbo, Jabo, Rayuela, Mteresa: gracias por los elogios, trataré de estar a la altura en las próximas.
Zayi: espero que siga enterneciéndote y que lo sigas disfrutando. Si no provocamos disfrute con lo que escribimos ¿para qué hacerlo?

Saludos y Besos para todos!

DaliaNegra dijo...

Me gusta la historia de Honorio, ahora leeré el siguiente post,es inusual encontrar alguien que maneje bien el cuento,te felicito.Un saludo***

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