Dejemos las cuentas claras para otro momento,
que de cuentas la calle está colmada
y pese a las barras prolijas de la senda
no hay peatón que no zozobre en su teclado.
Lo palmeará el cenit que refleja el alquitrán
y deseará yacer a la sombra de un anuncio:
el ardor sin amor pregonará sonriendo
que nada refresca mejor que endeudarse más.
Intocables pitonisas de magnífico magnetismo
leen el destino guardado en tu tarjeta
y trazan la frontera que cotiza sin postor
entre el cielo de comprar y el infierno del sin límite.
La suerte anida agotada en mesas de saldos
después de esquivar los dardos tesoneros
que la prosperidad le disparó sin pausa:
no hay piedad cuando es día de vencimiento.
Aquí planto un banderín saturado de palabras
como atalaya valiente del día innecesario
que anuncie la derrota total de las ganancias
a mano de nuestro bando, las honrosas pérdidas.
No es de esperar fanfarrias ni homenajes elocuentes
para este final esquivo del código de barras
que analfabeto de todo láser o registro
alimenta, clandestino, a la débil esperanza.
que de cuentas la calle está colmada
y pese a las barras prolijas de la senda
no hay peatón que no zozobre en su teclado.
Lo palmeará el cenit que refleja el alquitrán
y deseará yacer a la sombra de un anuncio:
el ardor sin amor pregonará sonriendo
que nada refresca mejor que endeudarse más.
Intocables pitonisas de magnífico magnetismo
leen el destino guardado en tu tarjeta
y trazan la frontera que cotiza sin postor
entre el cielo de comprar y el infierno del sin límite.
La suerte anida agotada en mesas de saldos
después de esquivar los dardos tesoneros
que la prosperidad le disparó sin pausa:
no hay piedad cuando es día de vencimiento.
Aquí planto un banderín saturado de palabras
como atalaya valiente del día innecesario
que anuncie la derrota total de las ganancias
a mano de nuestro bando, las honrosas pérdidas.
No es de esperar fanfarrias ni homenajes elocuentes
para este final esquivo del código de barras
que analfabeto de todo láser o registro
alimenta, clandestino, a la débil esperanza.
22 comentarios:
Amigo!!!que texto rico en palabras!!!!
abrazo
Y cada vez mas debilitada la tal esperanza…aquella que nunca se pierde, aunque lejos queda ya, cuando la realidad ya no se sostiene…
Fantástico texto amigo, un maravilloso y sincronizado baile el de tus palabras…
Siempre, un placer leerte ;-)
Muackss!!
a veces no todo es pérdida para la pobre débil esperanza; puede ser un saldo insuficiente.
es ambiguo tu poema...podemos pensar en diversas deudas, en diversas pérdidas...no sé si fue la intención, pero me gusta la ambigüedad.
beso*
Me encanta la cantidad de imagenes de tu escrito.
Pero la esperanza, aùn sea infundada, siempre està.
Un abrazo.
Has escrito estopensando en mi, verdad???
La ruina nos precede, sin compasión de nuestro pasado :(
Un abrazo enorme
muy bien, son emocionantes
Este abanico y despliegue de palabras, de sentimientos, conceptos, no deja indiferente después de leerlo.
Pienso, como Rayuela, que también es ambiguo tu texto, no sé si así mismo la intención...
En cualquier caso, las cuentas siempre claras, Javier!
Es un placer leerte y comprobar que todavía hay quien gusta de bucear en el lenguaje, en sus significados, sus formas... y darle un toque de sentimiento, antes de devolverlo al mundo re-vestido de esa pátina tuya tan personal!
Un besote!
;)
Debil esperanza quizás, pero esperanza al fin, aún se presente sin fuerzas, es el sueño de gritar y porque no, de vivir.
Cuando de endeudarse se trata,nadie piensa ni en códigos de barras,ni en fechas de vencimientos,tod@s somos víctimas del hambre de consumo,lamentablemente... :/
BESITOS EN CÓMODAS CUOTAS ;-)
Pérdidas, esperanzas, perdedores, prefiero estar de este lado de la vereda y apostar a la derrota total de las ganancias, cuando parecen lo único importante.
Abrazo
Lo siento un poema de protesta con un contenido social.
"el ardor sin amor pregonará sonriendo
que nada refresca mejor que endeudarse más." Cosa de todos los días las deudas por el afán de consumo. Es así.
Saludos cordiales, un poema bien pensado.
Hasta pronto.
Yo pertenezco al ejército de derrotados por los códigos de barras. Imagino que como todo el mundo. Pero mi esperanza es siempre robusta y feroz. Por eso sufro tantas desilusiones.
Muy bueno.
Un saludo.
Analfabeto yo! luego de leer tu excelente diccion.
Habria que guardar la calculadora en el bolsillo, y sacar a respirar la espontaneidad.
un saludo grande desde la lejania.
No es de esperar fanfarrias ni homenajes elocuentes
para este final esquivo del código de barras
que analfabeto de todo láser o registro
alimenta, clandestino, a la débil esperanza.
Todo el poema es un lujo, pero este final es digno de alquilar balcones ~
Un beso o 2 #
Cuentas, números, balances, cotizaciones, intereses, cálculos, rentabilidades... no sólo de economía sino también de emociones.
Nos quieren convertir en números.
Saludos.
la economía del amor y sus demonios, del odio y sus secuelas, del placer y mas devaneos, eh torito?
Así está el mundo, cielo, pero acaso hay otro al que mudarnos?
Me siento como tú, aunque no sabría expresarlo con la maestría con la que sólo tú, sabes hacerlo.
Eres increible.
Un beso.
En ese código de barras que se plastifica en cualquier sentimiento, ya sea bajo el alquitrán o el ahorro de los deseos y las tintas endeudadas con las que todavía seguimos escribiendo. No hay fin en este claustro de mentiras donde dejamos hipotecados un día la esperanza.
Como siempre, una genialidad de las tuyas.
Besos, Javier.
Cómo expresas en palabras
sentimientos que unifican criterios,
eres un maestro de la sílaba
Eres sabio además de poeta. Se disfruta tu talento. Me quedo pensando a cuánto debe sobrevivir la esperanza. Un abrazo.
Me has encantado, saludos.
no, no hay piedad. Por eso, vivos y certeros de las elecciones siempre.
hermoso como cada uno de sus escritos.
ud y veroniKa, acompañenme a rendir filosofía el 30 por la tarde. No me falle.
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